Esta no es otra historia más de terror o de gánsteres, créeme, en un principio yo también lo pensé y termine donde estoy ahora. No es el final que una madre quisiese para un hijo, pero qué demonios al fin y al cabo es un final. Si me hubiesen gustado que las cosas hubiesen salido mejor. Pero ellos eran más y yo solo uno.
¿Qué como llegue a estar flotando en un rio en mitad de Diciembre? Eso es una historia demasiado larga, pero mientras las sirenas de las ambulancias y de los coches policías lleguen a sonar más cerca os podre ir contándola. Aunque este maldito frío está entrando por cada uno de los poros de mi piel, calándome con su helado beso todas las partes de mi cuerpo. Espero que mis “salvadores” se den prisa o Jorge tendrá que trabajar hoy….
Perdona, no me he olvidado de ti, solo que tengo un problema, como decirlo (siempre se me dio mal buscar las palabras adecuadas), más serio. Pero al menos puedo sentir el ruido de una lancha aproximándose. Me agito con el agua de un verdoso y fétido río. Pronto estaré en una cama de hospital así que creo que te debo una presentación ¿No?
Comencemos por el principio. Mi nombre es Ramón Sánchez Suárez, vivo, al menos lo intentaba, en una ciudad del norte de España. ¿Qué como soy? Pues lo que ves un tipo con un sentido de la moda muy suyo, pero dejémonos de hablar de mi físico, al menos te lo agradecería. ¿Qué porque llevo un arma conmigo? Pues básicamente porque soy inspector de policía y tengo la obligación de llevar una conmigo, por si la situación se pone fea. ¿Qué cuántos años tengo? Pues los suficientes para saber que ya no soy un mozalbete pero tampoco un viejo cascarrabias. Y ahora te harás la pregunta del millón de euros ¿Cómo un tipo como yo acabo donde estoy ahora? Sencillo déjame que los socorristas me saquen de este vertedero que algunos valientes, más bien idiotas bajo mi punto de vista, llaman río.
Noto como me sacan del abrazo de la gélida agua y me posan en una camilla. Trato de abrir los ojos cuando un tipo embutido en un mono reflectante me pone una mascarilla en la cara y no para de repetirme que saldré de esta. Al otro lado de la camilla otro tipo con el mismo estúpido mono reflectante me empuja a lo que parece una ambulancia. Vuelvo a cerrar los ojos con la sensación de estar en buenas manos.
¿Bueno donde lo dejamos? Ah sí bueno todo esto comenzó hará un par de semanas con un aviso de homicidio……
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